J.V.- Lo que ocurrió fue que cuando llevaba la primera veintena de cartones estaba una tarde en un café tomando lo propio y se me ocurrió, a mí que apenas bebo, tomarme un whisky. Luego tomé otro y empecé a hacer unos dibujos en papelitos de bar. Eran una nueva manera de enfocar las imágenes de los cartones. Me di cuenta de que en ellos había lo que yo llamaría una voluntad de estilo.