En más de una ocasión he emprendido con Joan Verdú el recorrido, siempre lleno de obstáculos, del juego de la Oca. Ante tal propuesta elegimos la trayectoria (menos arriesgada) que nos sugiere un cactus carnoso (casilla nº 33). Tan carnoso como el cactus que huye nada más vernos. Sin pretenderlo, el conejo nos ha llevado hasta la última casilla (la nº 63): Alejandría (el Mercado de Valencia). Y allí, un ángel blanco, preocupado por nuestro aspecto nos invita a almorzar: almejas con gelatina y vermut seco.