Fondo y forma, consciente e inconsciente, el yo y el ego, persona y sombra, cara y cruz, vida y muerte… No nos dejemos cautivar por esos personajes simpáticos que nos miran buscando nuestra empatía, que lucen colores vivos y cuyos ojos nos interpelan directamente, como un perro que desea comer tu misma comida, pero al que no dejan. Que los pelajes confortables no anulen su doble sentido; aquello que muestran es justo lo que les hace más oscuros.